El mercurio es un metal diferente ya a primera vista, sobre todo porque su baja temperatura de fusión hace que sea líquido en las condiciones ambientales más habituales. La idea de «metal líquido» es tan paradójica que, de alguna manera, se nos presenta como una curiosa paradoja en nuestra imaginación, porque la idea de un metal líquido va inherentemente unida a un hierro colado, fundido, que fluye con la viscosidad de una jalea densa, siempre a unas temperaturas que abrasan los pulmones al primer resuello.